Fue un especial Día de la Madre para Maira, su hija Matilda y el resto de la familia. El COVID-19 por poco les cuesta la vida a ambas, y solo gracias a su perseverancia y al trabajo en conjunto de los funcionarios del Hospital Regional Libertador Bernardo O´Higgins (HRLBO), lograron salir airosas de un episodio difícil de olvidar.
El viernes 19 de febrero, Maira Gálvez de 30 años y con un embarazo de 29 semanas, fue diagnosticada positiva del virus SARS-CoV-2, al igual que varios miembros de su familia. Comenzó a tener problemas respiratorios una semana después por lo que tuvo que ser atendida en el Hospital de Graneros, pero debido a su gravedad fue trasladada de urgencia al HRLBO. La paciente no llegó bien, por lo que los médicos especialistas de la UCI tomaron la decisión de asistirla con ventilación mecánica. Pero antes, y previa coordinación con los profesionales de Ginecología y Neonatología, realizaron una cesárea de emergencia para salvar ambas vidas.
“Es una paciente que venía derivada de Graneros por insuficiencia respiratoria grave. Estuvo bastante complicada, hizo neumonía por COVID-19 y se debió interrumpir el embarazo de forma casi inmediata. Siempre se privilegia que el bebé esté en el lugar más seguro para él. Afortunadamente tenía un embarazo prematuro, pero no extremo, por lo que tenía buenas posibilidades de sobrevivir con buen pronóstico”, indicó la jefa de UCI, Dra. María Alicia Cid.
Su pareja, Daniel Villaseca, también contagiado, estuvo durante todo el proceso. “La angustia es increíble, y como no podíamos estar con ella, es peor. Cuando me recuperé pude entrar a verla, fui todos los días, vi todo el proceso, cuando estuvo boca abajo (posición prono) y cuando intentaron despertarla del coma. Producto de su neumonía estuvo crítica, se podía morir en cualquier momento, por lo que debíamos estar preparados. Uno no puede hacer mucho más que pedirle a Dios, y eso es lo que hacíamos. Al pasar los cinco días en que estuvo boca abajo, la dieron vuelta y comenzó a reaccionar al procedimiento”, señaló.
Maira estuvo 17 días en coma, de los 30 internada con apoyo ventilatorio. Por otra parte, su hija Matilde que nació con 30 semanas de gestación (43 centímetros y 1.6 kilogramos), estuvo hospitalizada en la Unidad de Neonatología del HRLBO, aislada con COVID-19 positivo, pero se recuperó de buena forma durante las semanas siguientes. Un mes después, se conocieron.
“Yo salí el 9 de abril, a la bebé le dieron el alta el 30, y la conocí dos días antes, el 28 de abril. Fue muy emocionante, lloré de inmediato, porque solo la había visto por fotos y las videollamadas. La tomé en brazos y le hice mucho cariño”, comentó emocionada, Maira Gálvez.
Hoy, tanto madre como hija están con terapias de movilidad y respiración para poder sobrellevar las secuelas que les produjo el COVID-19. Maira señala sentirse bien, trabajando con el kinesiólogo, feliz de haber superado esta importante prueba de la vida. Respecto a su hija, asegura que su condición de salud va mejorando diariamente, y que ya puede disfrutar la vida junto a sus padres y su hermano Matías.
“En la UCI nos atendieron muy bien, a pesar de todo el trabajo que tienen, de todo el estrés, los tratos fueron súper buenos, desde los doctores hasta la gente del aseo. En la Neonatología también nos trataron súper bien. Desde que le hicieron la traqueotomía a Maira, se recuperó súper rápido. Todo fue como un milagro”, finalizó la pareja de Maira y padre de Matilda.
“Gracias a Dios pudimos sacarla de ventilación mecánica y tuvo una evolución favorable, con apoyo de fonoaudiología y kinesiología. Se ha dado una coordinación y un trabajo multidisciplinario entre intensivos que ha sido súper buena, con decisiones tomadas en conjunto. Una de las cosas bonitas que nos ha dejado (la pandemia) es aprender a conocernos y a trabajar de forma conjunta, colaborativamente”, concluyó la jefa de la UCI, Dra. María Alicia Cid.