Tras una serie de detecciones en distintas comunas de la Región de O’Higgins durante febrero de este año, el Servicio Agrícola y Ganadero determinó en marzo pasado el cambio de estatus de la mosca Drosophila suzukii o mosca de alas manchadas, desde la condición de plaga presente con distribución restringida a plaga presente. La determinación se debe a que por primera vez, desde mayo de 2019 se capturaron individuos en estado inmaduro.
“Esto significa que la mosca hizo su ciclo completo en la región. Hasta ahora sólo se habían detectado individuos en estado adulto, lo que indicaba que las capturas anteriores podían atribuirse a movimiento de fruta desde otras regiones, pero ahora al detectar estados inmaduros (larvas) demuestra que el origen es interno”, señala Paula Irles, investigadora del Instituto de Ciencias Agronómicas y Veterinarias de la Universidad de O´Higgins, quien desde abril de 2019 lidera un proyecto cuyo financiamiento se obtuvo a través del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional de O’Higgins y su Consejo Regional, enmarcado en la Estrategia Regional de Innovación, que busca identificar esta mosca en la región y capacitar a los productores para su control.
“Desde el SAG estamos llamando a los productores a realizar monitoreo en sus predios para conocer su condición y estamos incentivando el Manejo Integrado de la Plaga, que es la mejor estrategia de mitigación de su daño de acuerdo a la experiencia internacional y a las capacitaciones que hemos efectuado en la región junto a la Universidad de O’Higgins (UOH), así como a la información que tenemos en la página web del Servicio, como en la plataforma del proyecto de la UOH, que está disponible para todos los productores”, señala Claudio Moore Encargado Regional de Protección Agrícola y Forestal del SAG en la región de O’Higgins.
Historia
La Drosophila suzukii es originaria de Asia, en 2008 se expandió a California y Europa; y en 2017 se hicieron las primeras capturas en el sur de Chile, en la zona interior de la Región de los Ríos, por lo que una de las hipótesis es que habría ingresado desde Argentina.
Ataca frutales de pulpa suave y piel blanda, en especial de color rojo, los que perfora para colocar sus huevos. “Es muy polífaga, le gustan muchos tipos de fruta, en especial los berries, cerezos, arándanos y ciruelos, pero también se ha detectado flora silvestre y nativa”, explica Irles.
Los daños que puede causar son importantes. “Las pérdidas productivas provocadas sin ningún tipo de manejo pueden llegar al 80% e incluso el 100%. En Holanda se reportaron pérdidas de un 100% para la cosecha de cerezas de variedades tardías en 2014, debido a que la plaga no fue identificada a tiempo. En el sur de España esa cifra, también para cerezas, llegó al 50%”, explica Irles. Hoy en día, con un manejo integrado han logrado mantenerse con daños menores al 10%.
En 2019 la cereza se coronó como líder indiscutido en el ranking de exportaciones de productos agropecuarios, con envíos por US$ 1.562 millones lo que representó un repunte de 44,7% en comparación con el año anterior.
Varias comunas
Desde 2017 a la fecha, la plaga se fue acercando hacia la Región de O´Higgins, pero sus detecciones se incrementaron de modo muy importante en los últimos meses. “La presión fue mucho mayor a partir de febrero, en que comenzaron a haber capturas reiterativas en huertos productivos en distintas comunas. Primero fue en Chimbarongo, pero luego apareció en Requínoa, Quinta de Tilcoco, Rengo, entre otras”, explica Irles.
Pese a la mayor presencia, no hubo impacto económico en los huertos donde fue detectada, porque estos ya habían sido cosechados, pero al haber detección de estados inmaduros la producción económica podría verse afectada. “Por eso, es muy importante que, al estar instalada la mosca, los productores monitoreen e incorporen medidas de manejo integrado de la plaga”, agrega la investigadora.
Capacitar es el objetivo del proyecto que lidera Irles. La idea es crear un sistema integral de manejo autónomo de la plaga por parte del productor, para lo cual el equipo de la Universidad de O´Higgins ha realizado jornadas de difusión y capacitación, además de transferencia de herramientas de manejo integrado de plagas. “La información obtenida en el proyecto es única, dado el desconocimiento existente sobre el comportamiento de la plaga en el país, y en especial en la zona central, por su reciente llegada”, indica la coordinadora del proyecto.
“La idea es mitigar el impacto en base al conocimiento de lo que pasó en otros lugares, para lo cual hemos trabajado con el SAG; con el Centro de Estudios Avanzados de Fruticultura, el Centro de Evaluación Rosario; y con el investigador holandés Herman Helsen, entomólogo frutal de Wageningen Plant Research,”, explica Irles. “Lo que se vio en países donde hubo estragos es que ahora la saben manejar sin mayores problemas. Por eso buscamos informar, capacitar y preparar a la región para enfrentarla cuando la plaga esté establecida y con una densidad que pueda preocupar”, agrega.
Las jornadas de capacitación son teórico prácticas, ya que se le enseña al productor el conocimiento disponible sobre la plaga, pero a la vez se lo capacita para detectar las moscas en sus predios y actuar para contenerlas.“Nos interesa que el productor pueda identificar la plaga con un kit que tiene una lupa y una trampa, para que ellos mismos hagan el auto diagnóstico, ya que el SAG declaró que es una plaga que se va a establecer, que no se va a erradicar, y cuyo control no será obligatorio, o sea que el productor tiene que hacerse cargo de su manejo. También hemos desarrollado con financiamiento CORFO, y junto al SAG y a la Fundación para el Desarrollo Frutícola, una plataforma para la gestión de vigilancia, pronóstico, investigación y control de la plaga Drosophila suzukii, en Chile, la cual puede consultarse en el sitio www.drosu.cl”, agrega Irles.