Por Gonzalo Silva de la Paz
A sus 82 años y pronta a cumplir 83, Nelly Toro continúa haciendo lo que más ama: cuidar y brindarle amor a los animales callejeros. La adulta mayor hace esto desde muy joven y comenta que es lo que la mantiene viva.
Al llegar a la casa de Nelly nos recibe muy contenta junto a sus quince perritas y once gatos, quienes viven con ella y la acompañan el día a día. A los animales se les ve muy contentos y protectores junto a ella, entre las perritas destacan sus regalonas: La Reina, Milagro, Piti Piti, Chola, La Chica, Negra Grande, Negra Chica, Blanca, Perla, Laica, Mami y Mami Dos. Todos viven en la casa con casi 75 metros de patio, donde corren y juegan.
Nelly es una machalina reconocida por el sector, puesto que no tan solo ama a sus mascotas, sino que se dedica a alimentar y brindar cuidado a varios perros callejeros de la comuna. De hecho, la mujer comenta que ha llegado entregar alimento a muchos más de 100 canes. ¿Qué motiva a Nelly a realizar esta desinteresada acción?
¿Cómo empieza todo esto?
Soy de Sewell y allá lo único que uno podía tener eran gatos. Me acuerdo del humo de la mina del 45’ y ahí los gringos trajeron unos ratones, unos guarenes grandes, nunca les tuve miedo a los animales.
Cuando crecí viví en Santiago y comencé a ver perritos y gatitos en la calle, ahí empecé a darle comida a algunos.
Yo trabajé muchos años como inspectora del trabajo en la Dirección del Trabajo, fui inspectora provincial de Antofagasta y Directora Regional de la Segunda Región.
Resulta que allá (Antofagasta) sí que hay muchísimos perros abandonados. Yo creo que hay mucha gente envidiosa, ven que el vecino compra un perro por trecientas lucas y se compran uno de quinientos mil pesos con más estatus. Allá en Antofagasta todos tenían perro, pero los dejaban botados, había puros perros finos en Antofagasta. Me levantaba a las cinco de la mañana a darle comida a los perritos.
Después de un tiempo trabajando allá, decidí volver a Rancagua y construimos nuestra casa con mi pareja.
¿Todos sus perritos son adoptados?
Unos fueron adoptados de la calle, otras fueron llegando y tengo también a las hijas de otras perritas de aquí, hay generaciones de perritas que viven conmigo (ríe). Algunos llegaron a mí, como un día frio de junio del 2016, salí a la calle luego de escuchar el timbre, salgo a ver y había una caja con cinco perritos chicos, entre ellos la Negra Grande, el resto los regalamos.
¿Tiene a sus mascotas como compañía del día a día?
Sí y yo vivo tranquila. Me siento protegida con mis perritas, duermo con cuatro perras en la cama (risas), tengo un dormitorio para perras donde duermen tres en una cama, dos en otra y dos en otra. Mi regalona es la Milagro, ella es hija de la Chola, la Chola cuando se preñó tuvo siete perros, pero se murieron seis y por eso le puse Milagro a ella y desde chiquitita que ha dormido conmigo.
¿Cuántos años lleva viviendo con sus perros?
Uf, imagínese que la Blanquita tiene 17 años y su hija tiene 11. He visto las generaciones de mis perritas y como se van muriendo también. Pero podría decir que aquí en Machalí llevo viviendo con mis perritas desde el 2009, cuando llegamos. Me acuerdo que en esos años estaban construyendo Calicanto y habían muchísimos perros, ahí comencé a darles comida a los perritos de allá. Desde entonces que trato de darle comida a los perritos de la zona.
¿Por qué hace eso de alimentar a los perros de la calle?
A mí me nace porque amo a los animales y me da pena verlos muertos de hambre, los pobrecitos comen cualquier cosa con tal de llenar su guatita.
Me acuerdo que una vez, iba caminando en la calle, le iba a dar comida a los perros, pero me caí y me rompí la pelvis, no fui al médico ni nada, yo me convencía que se me iba a pasar. Anduve tres meses manejando y caminando con la pelvis quebrada, después me dieron reposo absoluto y ahí el que iba a darle comida a los perros era Luis, mi compañero de vida, quien partió hace dos años.
Yo alimentaba a unos perros de la Vinilla y envenenaron a unos 7 de allá, yo no sé qué les dan, pero sufren tanto. Tenía uno blanco en la rotonda al lado del Cementerio y lo mataron con vidrio molido. La gente no tiene conciencia de nada.
Yo antes, cuando trabajaba ganaba dos millones y me daba lo mismo gastar la plata que sea, tenía como cien perros en Las Lomas y gastaba la mitad de mi sueldo en comida para perros. A mi familia no le gusta tanto eso, pero cuando me muera no me voy a llevar nada, mejor gastarla en los animales.
¿Planea seguir dando comida a los perros de la calle, sin importar su edad?
Es mi vida, pero no niego que me cuesta, tengo artrosis, pero es mi vida esa. A mí, si me quitan los perros me muero.
Yo tomé una decisión, no recojo más perros, porque digo ¿cuándo me muera qué van a hacer estos perritos? Tengo perritas jóvenes de seis años y me da pena porque me voy a morir yo antes, ellas están acostumbradas a tener estufa, me preocupo mucho por la comida que les doy, tienen aire acondicionado, tienen su pieza y camas. Lo que me cuestiono es que las tengo demasiado regaloneadas y humanizadas, cuando yo me muera van a sufrir.
¿Qué opina de las nuevas generaciones que son cada vez más animalistas?
Me encanta que cada vez más jóvenes comiencen a proteger a los animales. Me gustaría que cuiden y que si ven un animal en la calle les busquen una casa, ellos sufren demasiado. Yo les pido a los jóvenes de Chile eso, que traten de poner a los animales de la calle en una casa, ellos la pasan mal tanto en invierno con el frío, como en verano con el calor. Hay personas que no han conseguido una mascota y no saben el amor que te entrega un perrito de la calle.